LO QUE ME HUBIERA GUSTADO DECIRTE EN NAVIDAD

Hay muchas cosas que dejamos en el tintero. Ya sea por miedo o vergüenza.

Ya lo diré. Hoy no es buen día. Bueno, tenemos mucho tiempo por delante. Sin embargo, este año hemos aprendido, más si cabe, que el tiempo juega en nuestra contra. Que quizá mañana es tarde. Qué topicazo, ¿no? Pero es la realidad. Aquello que no te dije ayer, te lo digo a los cuatro vientos hoy, pero ahora ya no escuchas.

“Ojalá rebobinar”, pensaba yo siempre cuando era pequeño y algo me salía mal. Era imposible. Me repito demasiado, pero vivimos acelerados. Ya realizamos nuestras acciones más cotidianas de la forma más automática posible. Ni nos acordamos de que hemos introducido en nuestra mochila el cargador del móvil y, sin embargo, lo hemos hecho.

Estaría bien que pensáramos un rato en aquello que el corazón te pide a gritos. En decirle a una persona que has estado a gusto con ella, que la quieres, que la echas de menos cuando el lado opuesto al tuyo de la cama está frío. Porque quizá mañana hayáis decidido poner fin a esa etapa de vuestra vida y todo lo que querías decirle en ese momento, esos sentimientos que estallaban en tu pecho como fuegos artificiales, ya no tienen sentido en ese mañana. Todo se ha evaporado, y las ganas que se inyectan en los dedos de las manos y de los pies de quedarse con ellas son realmente una tortura.

Lo que te diría en Navidad es que, a la hora de brindar y zambullir una pieza de oro en la copa, pidas que al año siguiente estén en la mesa los de este año e incluso más, si se puede.

Lo que te diría en Navidad, a parte de que ojalá me hubiera tocado el gordo, es que ojalá nos queramos bien, sin prisas, con risas y algún que otro achuchón. Que ese sentimiento que solemos sostener durante dos semanas en diciembre entre nuestros ventrículos pueda durar más de lo que dura. Estirarlo como las cuerdas de los adornos del árbol al colgarlos. Y, en la medida de lo posible, crear momentos que permanezcan siempre con nosotros. Que la vida sea más vida, que ojalá no te arrepientas de no haber dejado ver la luz al sentimiento más humano que hay: el amor.

Que si vuelvo, vuelvas a mi lado. Y las sombras de nuestros cuerpos calentados por el sol de diciembre se proyecten para siempre inseparables.

Lo que te diría en Navidad es no decirte nunca lo que me hubiera gustado decirte en Navidad.

Daniel Sánchez