Hay varias formas de vivir la vida, y entre ellas puedes vivirla con el corazón roto o con todas las piezas. Y es que no era una broma todos esos dramas que leías en un libro o veías en la televisión cuando dos personas rompían y parecía que el mundo se venía abajo, cuando despedían a alguien y le tocaba buscar un nuevo trabajo, cuando no le llegaba la nota para entrar en la universidad que quería. En ese momento, la música deja de escucharse y se instala un silencio ensordecedor en tu pecho. ¿Cómo bailas entonces? En medio del apocalipsis que se instala en tus manos y la oscuridad que tus ojos son capaces de atisbar. Vivir con el corazón roto no trae nada bueno. Dejas de ser tan extrovertido y tu ilusión disminuye de forma significativa, tal es el decrecimiento, que el amor propio parece haber emigrado y, por ende, el amor hacia otras personas.

Un día cualquiera te ves a ti mismo en la calle, caminando a desgana y oyendo música que en realidad no estás escuchando. Y, créeme, que ojalá pudiera evitar que te rompieran el corazón, que no sintieras lo que es notar cómo se resquebraja tu ventrículo izquierdo con el derecho, que tu vida fuera una comedia romántica: un toque de humor y mucho amor. Seré realista, y creo que es hora de que tú también lo seas. Te van a romper el corazón. Si tienes suerte, será una vez, aunque no es lo más común. Te lo romperán varias veces en esta vida. Te lo romperán los estudios, el trabajo, los amigos, tu pareja. Te lo romperá la vida. Así, sin tapujos. Cuesta mucho, muchísimo volver a componer el corazón después de su explosión. Es un puzle complejo, difícil y largo, para que nos vamos a engañar. ¿Imposible? Jamás. ¿Arduo? Lo que más. Aun siendo complicado, y como se suele decir, de todo se sale, incluso de los problemas.

Dicen que te hace más fuerte y te ayuda a saber gestionar situaciones y dificultades futuras, pero, siendo persona y olvidando todos los comentarios optimistas que puedan decirte, estoy harto de las roturas cardíacas, de los quebraderos de cabeza, de ir sin disfrutar de la música y que sus letras recorran mis venas. Así que me planto. Me planto sin parar. No significa que vaya a renunciar a mis sentimientos, que vaya a olvidar mis sueños y mis ilusiones, sino que voy a ir a por ellos más que nunca. No acepto roturas por el camino. Y por favor, si vienes a romperme el corazón, te aconsejo que desvíes tu atención. A cualquiera de los ámbitos que he mencionado antes, o vienes con un sí o un no, o no vengas en absoluto. No acepto dudas en relación a apostar por las personas, pues creo que si apuestas por alguien debería de ser con visión a largo plazo. Las medias tintas ya pueden disolverse en el agua y resbalar por mi cuerpo camino al olvido.

Tienes dos opciones entre todas las formas de vivir que hay: o te lanzas a la pista de baile a bailar hasta que termine la canción o te das media vuelta. Un día me llamaron radical y, puede que sea así, pero no quiero seguir viviendo con el corazón a medias, me lanzo a la pista siempre que estoy seguro. Y cuando no lo estoy del todo y me lanzo, sigo hasta que la música deje de sonar. Aunque te hayan roto el corazón mil veces, grita, llora, maldice, di que estás harto de todo, pero nunca dejes de bailar.
¿Bailas tú?

Daniel Sánchez
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¡Muchas gracias!
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