Todos y absolutamente todos tenemos ruidos en nuestra cabeza. Desde los más cotidianos hasta los más profundos; obras emocionales, martillazos amorosos, futuros imperfectos y un sinfín de escombros sentimentales con los que no sabemos qué hacer. Algunos de ellos tatuados en la piel para siempre, otros meras manchas que se desvanecen con agua. Algunos más intensos que otros, que te despiertan de madrugada para teclear como loco, para componer canciones, para comenzar un proyecto sin saber si algún día esas letras, esas canciones o ese nuevo trabajo verá la luz, pero ahí estás, poniendo tu alma en ello sin pensar en qué pasará, solo pensando en sacar todo aquello que no te ha dejado dormir y lo más importante, con una ilusión que ni siquiera cabe en un país entero.

Tenemos pasados compuestos por personas y momentos que han sido únicos y cuando echamos la mirada hacia atrás, sonreímos tanto que nuestro corazón late con más fuerza de lo habitual. Y es que los recuerdos, el presente y los futuros interrogativos se vuelven ruidos difíciles de parar que se activan con una buena canción, una buena lectura, un buen abrazo o un buen momento. Un interruptor se activa y comenzamos a pensar en nuestra trayectoria, en nuestras huellas pisadas en la arena -algunas emborronadas en un intento desesperado de hacerlas desaparecer, otras bien profundas, haciendo honor de su presencia-, en las decisiones que actualmente tenemos que afrontar y en los sueños que queremos que algún día se hagan realidad. En lo que perdimos pensando cómo se suponía que íbamos a vivir sin ello –y se vive– y en todo lo que ganamos pensando en todo el esfuerzo que habíamos hecho para conseguirlo. Y es bueno saber que esas madrugadas a la luz del flexo mientras tus manos llegan a crear algo que emana de tu interior como si de poderes se tratara se vea recompensado. Se llama magia. Aunque soñar despierto ya lo es. Y sí, soñar es muy fácil, pero se complica al materializarlo. Sin embargo, una vez que has empezado, no miras la dificultad, sino cómo todo va cogiendo forma. Y ahí, comienza el brillo especial de tus ojos, los latidos emergiendo de tu interior con fuerza, las lágrimas de emoción, las ideas fluyendo, la vida con un sentido: TÚ.
Empieza la cuesta abajo sin ningún freno.

Pero esos ruidos que vienen del pasado, algunos de los que no queríamos que formaran parte de nuestra vida nos han hecho ser aquello en lo que nos hemos convertido y nos han hecho llegar al punto en el que nos encontramos ahora, con las personas con las que compartimos una vida, con las que pasamos ratos que jamás podríamos repetir con cualquier otra persona, con las que lloramos desconsoladamente, con las que las alegrías saben a más y las penas duelen menos. Y a veces, esas huellas que han sido un error que queríamos que la marea borrara, nos han guiado al momento exacto en el que andamos hoy, y eso, yo no lo cambio por nada.

Ruidos. Ruidos que van desde la cabeza hasta el corazón. Que primero lo pensamos y luego duele. Que primero lo pensamos y luego palia. Que primero lo pensamos y luego… luego lo soñamos, porque soñar significa poner nuestro corazón en algo que anhelamos con todas las fuerzas que éste está dispuesto a aguantar para cumplir lo que ha llenado nuestro pecho como una bocanada de aire a punto de explotar. Porque esos ruidos han llenado a los soñadores desde hace mucho tiempo y han conseguido llenar nuestra mirada de unos brillos especiales y hemos vivido la vida con el corazón encogido y nos hemos enamorado al primer roce y hemos trasformado en poesía nuestras propias tragedias y hemos inmortalizado recuerdos en entradas, en tickets, en fotos, en textos. Hemos tatuado con canciones a personas en nuestra vida y cada vez que la reproducen en algún sitio es un soplo de aire fresco que te transporta a un lugar y a una persona que han hecho, que a día de hoy, posiblemente, tus ruidos hayan conquistado su objetivo: cumplirse.

Y es que cuando esos ruidos han invadido todo tu ser y se han esparcido por todo tu pecho mientras inundaban tu corazón de lleno ya no hay vuelta atrás. Creo firmemente que cuando un ruido llega, es muy difícil que se marche. Que cuando un sueño llega, es muy difícil rendirse. Que cuando te enamoras realmente de algo o alguien,
no es que estés perdido, sino que te has encontrado. La vida pasa, los ruidos abundan, los sueños se cumplen y tú…
Tú, dedícate a bailar.
¿Sabéis qué es la primavera en un instante?
Es esa madrugada en la que empiezas a verlo todo claro
y que de tus manos nacen flores aun sin haber sol.

Daniel Sánchez.
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Un continuo sueño es la vida, pero gracias a la realidad podemos cumplirlos. Gracias y mucha suerte a ti también!
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