Inevitablemente, conocemos a personas a lo largo de nuestra vida. Muchas de ellas son pasajeras. Unos cuantos mensajes, unos cuantos cafés y hasta siempre. Otras marcan un antes y después. Personas que calan y que se convierten en magia sin necesidad de trucos. Con las que decides comenzar una nueva aventura durante meses, años o toda la vida. Y hay historias que se quedan en un “tal vez” por miedo a arriesgar. Es curioso como algo en lo que se ha puesto empeño durante cierto tiempo se pueda evaporar en cuestión de horas. ¿No es curioso cómo lo que mucho cuesta fácil se va?
Mi cabeza ya no creo que pueda ir a más. Me he vuelto complejo y simple a la vez. Ya no hay riesgo para mí porque tampoco hay miedo con el que combatir. Si hay algo que pueda hacerme sentir bien, por mucho mal que me lleve al mismo tiempo, voy hacia ello. Haya ramas que arañen, noches sin luces, piscina sin escaleras, cielo sin estrellas, porque a pesar de ello, habrá mariposas en el corazón, habrá música acompañada de pianos, habrá calidez pese a mi frialdad en mi rostro. Mi interior estará derretido en un universo de sentimientos que brillan y se materializan en emociones. Creando vida en el interior de mi ser. Sintiendo hasta que duela. Porque mi complejidad pocas personas la entienden. Es de otro planeta. Brilla raro. Parece una nebulosa asemejada a un huracán. Un remolino de colores, contradicciones, sentimientos, cicatrices, recuerdos y emociones. Y eso se sabe desde el principio. Y muchas personas tienden a ser de esta manera.

Y es normal que entonces, las personas nebulosa que se asemejan a un huracán no entiendan el concepto de arriesgarse, pues ellas ya lo hacen sin necesidad de saber lo que están haciendo. Porque aunque haya miedo, deciden dejarlo atrás para que la historia nunca, nunca se quede a medias. Y es comprensible, supongo, que otras personas entiendan el miedo del huracán como un abismo en el que saldrán mal parados sin saber que ese huracán está creado a partir de una corriente de sentimientos. Puros.
Sin embargo, conocerás a alguien quizá que en un principio es alguien más y ese sentimiento es mútuo, pero quizá y aunque no haya el sentimiento de por medio, se ha forjado algo así como una amistad, pero sois diferentes. Pensáis distinto y claro, ¿cómo dos personas diferentes van a seguir compartiendo el día a día? ¿Cómo dos personas diferentes van a compartir algo más allá que el silencio? Si es mucho más divertido ser todos iguales y acoplarnos a nuestros semejantes, ¿no?
Y es que las historias más emocionantes son aquellas que no se preeven, que entre tanta diferencia se crea una nube de diferentes colores mostrando la diversidad que puede haber en varias personas. Y de esa nube se escuchan risas, discrepancias, abrazos y besos. Se escucha el cariño sin importar las diferencias. Porque si algo hemos descubierto con el tiempo ha sido que los sentimientos no van ligados a algo lógico. Ellos van más allá. Ellos son reales. Creando aventuras donde haya sentimientos encontrados una y otra vez.

Y posiblemente, habrá historias que nunca terminen como esperas y otras que terminen. Y nada más. Pero, ¿qué pasaría si no intentáramos nada? Desde mi punto de vista caótico de la vida, vivir es intentarlo todas las veces en las que una oportunidad se presente, arriesgar en cada bocanada de aire. Las personas son inspiración en todos los sentidos. Inspiración y el riesgo de que no se quede ninguna historia en un “quizá”.
Y que a pesar de las diferencias,
esa persona siempre te ayudará a saltar los charcos.

Daniel Sánchez.
Y mientras escribo esto, mi sopa se ha enfriado,
y mi corazón
arde.