A los soñadores se les reconoce por su sonrisa a pesar de sus ojeras. Son los que tienen la última conexión de whatsapp a las cuatro de la mañana. Son aquellos a los que se les rompe el corazón con facilidad, pero lo recomponen poco a poco. Son aquellos que se ilusionan con un “nos gusta lo que escribes” y los que se enamoran con un “qué bonito eres”. Son aquellos que sueñan y de tanto soñar se olvidan de dormir. Aquellos soñadores son sensibles, ambiciosos y pueden llegar a no encontrar la satisfacción con facilidad.

Nosotros llevamos los proyectos por bandera y vamos sueño tras sueño. Somos aquellos que tenemos una lista con páginas repletas de cosas que hacer antes de que la vida nos robe el tiempo. Somos aquellos que ponemos el corazón en todo aquello que hacemos, en todo aquello que depositamos en manos ajenas esperando que aquello que más deseamos pueda llegar a más gente. Somos aquellos, que aun sin cumplir grandes sueños, decimos: “Los sueños se cumplen”. Somos los que queremos llenarnos la boca con esa frase con algún fundamento. Con nuestro sueño. Queremos ser descubiertos y descubrir. Queremos compartirlos con alguien especial y que compartan con nosotros. Que apuesten por nuestros sueños. Que apuesten por nosotros. Que se enamoren hasta las trancas y que nos enamoremos también.
Queremos que los insomnios florezcan. Somos esos a los que las horas se les pasa volando cuando crean, como cuando estás con esa persona que tanto te gusta una tarde de primavera. Una de esas en las que al cerrar los ojos -porque intentas no cerrarlos para que no se te escape ningún detalle-, el día ha volado de tus manos y tu corazón siente un pequeño punzamiento. Cierras los ojos pensando: “Por favor, que vuelva a empezar el día”. Y te consuelas diciendo: “Bueno, pronto habrá uno mucho mejor”.

Los soñadores vivimos de emociones. Vivimos de ilusiones y de pasiones. Y somos aquellos que con nuestras manos vamos formando un jarrón lleno de posibilidades. Dándole forma, cambiándola y creando un abanico de sueños que con inmensas esperanzas queremos cumplir, tocar, respirar, soplar y jugar. De esos que se ven con los ojos abiertos y no cerrados. A los que nunca echarás de menos cuando el tiempo pase porque, una vez cumplidos, nadie te los podrá arrebatar.
«Son tiempos díficiles para los soñadores» podíamos escuchar en la película de nuestra querida Amelie. Una cita que puede aplicarse a cualquiera de los que lo intentan. Aquellos que anhelan, fuertemente, sus mayores deseos. Se puede aplicar a cualquier persona, a cualquier tiempo. Es cierto, son tiempos difíciles para los soñadores, pero no imposibles.
A todos aquellos, no dejéis de soñar.

Att. Daniel Sánchez.
Un
soñador.