Alguna vez en nuestra vida decidimos iniciar un rumbo diferente. Porque queremos, porque es ahora o nunca, porque nos apetece o porque lo necesitamos. Y en ese momento, decidimos coger un avión y volar. Volar a un destino cálido o frío, rural o urbano. Decidimos alejarnos de toda una vida. De nuestra vida; de nuestra familia, de nuestros amigos, de nuestro pasado y nuestro posible futuro. De aquellos que nos hicieron reír y de aquellos que nos hicieron llorar.
Decidimos partir hacia un futuro diferente. Giramos nuestra vida a 180 grados y la ponemos patas arriba para decorar nuestro espíritu y enriquecerlo con experiencias, con nuevas costumbres, con nuevos amores, con nuevas personas y nuevos paisajes. Con nuevas anécdotas, con nuevas emociones, con nuevos sentimientos que nos desnudan de repente para despojarnos de todo lo que nos atormentaba, de los prejuicios… Que nos ayudan a abrir la mente y luego nos abrigan para no coger frío. Decidimos desaprender para aprender.
Decidimos crecer.
Decidimos volar.

Pero crecer conlleva precios porque no todo es un cuento donde brilla el sol. Habrá días en los que sientas que no encajes, donde la mala suerte querrá quedarse de visita temporal. Conocemos a personas que irán y vendrán… Qué alegría cuando llegan y llenan de luz y alegría nuestra habitación triste y oscura, pero qué tinieblas la cubren tras su marcha. En una ciudad que no es tuya, lo más normal es que la gente vaya viniendo y yendo. Habrá lagrimas en aeropuertos y abrazos que paralizarán el tiempo. Habrá dudas e incertidumbre en cada «te echaré de menos».
Te echaré de menos como a la familia que dejé, como a los amigos que esperan mi regreso, como a la vida que puse en pausa y espera a ser reanudada. Te echaré de menos como a todos los momentos que pasé con ellos. Y en ese momento te das cuenta que aprendes a echar de menos a personas de diferentes procedencias, de personalidades diferentes. Aprendes a echar de menos a personas que conoces de poco tiempo y te han calado hasta el alma. Y entonces llegas a un bucle de continuos menos que se van acumulando en tu interior. Y ese momento parece nublarse con tanto menos y menos más.
Pero si lo piensas, la gente suma no resta y si lo piensas bien, eso es más y no menos. Porque cuando incorporamos personas en nuestra vida, no solo incorporamos un cuerpo físico, sino que incorporamos una vida entera ajena en nuestra vida. Y eso es mucho. Es demasiado. Extraordinario y casi mágico. Aprendemos de todas y cada una de las personas que recorren nuestras vidas. Y te das cuenta que va mereciendo la pena. Que aprendes a valorar ese «menos» para poner «más» a tu vida y exprimir los momentos. Aprendes que los abrazos son más intensos, las lágrimas más verdaderas y los besos más sonoros y sinceros. Que los reencuentros son magia con risas de banda sonora. Que el corazón arde en tu interior sintiendo hogar en cada una de las personas en las que depositas un trocito de corazón. Porque de eso se trata, de poner un poquito de tu vida en otra persona y viceversa.

Aprendes a valorar lo que antes carecía de importancia, que nunca pararás de sentir, de emocionarte, de emborracharte de amor en cada uno de los sentidos y así, poder compartirlo.
¿Hay algo más bonito que sentir?
Y valorarás más y mejor, dispuesto a lanzarte a la piscina de cabeza y sin titubeos, a conocer más personas con las que reencontrarte cuando se marchen, con las que intercambies lagrimas en aeropuertos y un abrazo que detenga las agujas del reloj. Porque si quieres ver sentimientos verdaderos, ve a un aeropuerto y observa con tranquilidad…
¿No te parece bonito?
Cuando alguien se va y susurra al modo de despedida: «Te esperaré». O cuando alguien llega con alegría y se funde en un beso con su otra mitad que para corazones. Cuando alguien espera a su mejor amigo o amiga y todo se resume en una sonrisa y en un: «Cuéntamelo todo».

¿No es bonito aquello que es capaz de detener respiraciones? Esas que se detienen mientras esperas que salga del vehículo.
¿No es bonito echar de menos para echar de más?
Echar más sentimientos,
más experiencias,
más aprendizaje,
más amor.
¿No es bonito echar de menos para saber que
«echar de menos»
es echar más en tu interior?

-S.D.
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Totalmente de acuerdo… te das cuenta de tanto cuando echas de menos… Besos!!!
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Yo también lo pienso! Mil gracias por leer y comentar! 🙂
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Me encanto!
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Gracias!! Me alegro muchísimo!
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