SIENTE EN JAZZ

Un día cualquiera.

A la hora que sea.

Con cualquier canción de fondo,

y una copa en la mano…

Puede que todo cambie. 

Como ese vaso de agua fría que se llena mientras te mueres de sed. Mientras relames tus labios cortados y secos esperando que el vaso se llene. Como esa cerveza –para los que le gusta- un mediodía con mucho sol y bullicio en una terraza. Como ese mensaje que esperas mirando el móvil una y otra vez. Como alguien en un vaivén de olas. Como ese amor que huele a café. Como quien quiere en plan jazz y una copa de coñac.

Y hablo de oír jazz en tu cabeza mientras miras a la persona con la que estás hablando. Hablo de cerrar los ojos y sentir que la piel se te eriza. Que las mariposas brotan en tu estómago y que la sonrisa te sale sola. Y es que cuando estemos menos obsesionados por los mensajes, por lo virtual y podamos y sepamos mirar a los ojos de alguien. En ese instante sentiremos los escalofríos, y no serán por la vibración del móvil sino por la aceleración de los latidos del corazón. La música jazz comenzará a invadir tu ambiente y tu mente. Qué explosión de sentimientos. Que sin comerlo ni beberlo, como decía nuestro príncipe de Bel-Air, llegue algo que te ponga la piel de gallina. Que un día cualquiera. A la hora que sea. Con cualquier canción de fondo, y una copa en la mano… Comience a sonar jazz.

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Y qué manía de escuchar pop cuando, en realidad, está sonando jazz. Que el saxofón es inconfundible y el ritmo único. Porque el jazz no se puede confundir con ningún otro estilo musical al igual que la persona que anda al ritmo del saxofón y te llena el corazón con jazz en un beso musical. Sin embargo, eso no llega de la noche a la mañana ni cuando tú lo desees. Ni va a llegar cuando miramos el móvil cada cinco minutos (algunos incluso menos). ¿Qué hacer mientras llega el jazz a nuestras vidas? ¿Qué hacer si queremos el jazz, pero no llega? ¿Nos conformamos con el pop? ¿O con algún sucedáneo del jazz?

Ni conformarse ni retirarse. Ni esperar ni desesperar. Ni ansiar en enfermedad ni pasar del asunto. Una cosa es esperar al jazz y otra cosas es desesperar el jazz. Una de las cosas que hacemos mal es buscar aquello que no se busca. No estamos buscando un documento en el ordenador de hace años, ni tampoco información en Google. No estamos en el quién-es-quién jugando a ser dioses diciendo estos sí y estos no. No somos el inspector Gadget con una lupa buscando huellas. Ni tampoco Sherlock Holmes en un caso amoroso, pues en el amor no hay lógica que valga.

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Los sentimientos no se buscan, se sienten. 

No se trata de buscar sino de encontrar sin buscar.

Se trata de que un día cualquiera tropieces con alguien y haya electricidad. Electricidad que pondrá tu cabello de punta, como cualquier día de playa, en el momento en el que te vas a casa y tu pelo es una mata donde bien podrían anidar pájaros. Pero mientras nadie te encuentre y sea capaz de provocar todo eso en tu cuerpo y más, de mientras, sé valiente. No caigas en el conformismo. ¿Qué necesidad tenemos de «enamorarnos» de una manera superficial?

Con superficial no me refiero a la apariencia sino a enamorarse sin las cosquillas. Lo más bonito de estar con alguien son las cosquillas que sientes sin que te pongan un dedo encima. Y vemos cómo la gente pasa de invierno a verano con un salto como si estuviéramos jugando a la rayuela. El amor no es una rayuela. Por eso, te pido y aunque estas palabras no sirvan de nada que no empieces nada si no sientes cosquillas. Que sin cosquillas no hay risa ni sonrisas. Ni diversión ni canción. Sin cosquillas no oirás el jazz. Sin jazz, no habrá nada más que el estar-por-estar.

Y no se puede estar por estar cuando primero, debemos saber estar con nosotros mismos. Para escuchar el jazz debe conseguirse una armonía entre el saxofón, el piano, la batería, la guitarra… Entre todos los instrumentos. Y entonces, se producirá la catarsis del buen jazz. Con el amor pasa lo mismo. Para que dos personas consigan provocarse emociones varias deben sentir la armonía en su interior. Por eso, cuando sepas qué hay en tu propio interior, cuando busques tan solo formas de alcanzar tus proyectos, cuando sepas querer con todo el corazón, cuando no te engañes a ti mismo ni a nadie… Serás capaz de escuchar jazz.

¿Y sabes qué?

Alguien estará escuchando ese mismo jazz.

Recuerda que el día más normal y más parecido al resto puede poner tu vida patas arriba. 

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-S.D.

Pd: Gracias a M. por volarme canciones como la que he puesto en este post que inspiran y me amenizan los días. Sé que no es jazz, pero ¿qué más da?


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6 Comentarios

    1. Exacto. No se busca nada, se encuentra sin buscarlo. Llega y puede irse y así mil veces. No debemos forzar nada ni obligar a alguien a quedarse. Lo importante es tenernos a nosotros mismos y a los más cercanos.
      ¡Un besote! 🙂

      Me gusta

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