AQUELLO QUE NO VEMOS

Dicen que los detalles marcan la diferencia. Y sí, la marcan. A veces somos incapaces de ver más allá y es que cuando se nos planta algo voluminoso y ostentoso nos perdemos; en una foto, por ejemplo, podemos ver lo principal. Creo que todos distinguimos lo principal de una foto, es decir, lo que va delante y lo que más nítido se muestra, pero, ¿sólo yo creo que sin los detalles que rodean la foto, ésta no sería la misma? Y es que si indagamos en las fotos, pinturas, incluso en la vida cotidiana, vemos millones de detalles que hacen más especial aquello que rodean y que incluso son más importantes que el objeto principal. Sin duda alguna, yo me declaro fan de los detalles. Cuando veo fotos, no sólo me centro en lo que todo el mundo suele ver. Está claro que me fijo, pero luego empiezo a analizar la imagen y me percato de detalles tan bonitos que crean una armonía que algunos no ven. Una armonía que hace la foto, la pintura o la vida más bella. A veces, tenemos que mirar más allá y no quedarnos con lo primero que vemos. No debemos conformarnos con aquello que solemos ver a primera vista. Si todos hiciéramos hincapié en los detalles, podríamos disfrutar más de las cosas. Creemos que no tienen importancia por ir en un segundo plano. Creemos que no debemos prestarles atención porque son pequeños y no calan en nosotros. Sin embargo, esos pequeños e insignificantes detalles son los que cambian nuestra percepción de aquello que vemos. Directa o indirectamente. Un detalle tan insignificante como una sonrisa, una pareja besándose de fondo, un libro, alguien escribiendo… Todo ello puede cambiar nuestro ánimo y nuestro pensamiento. Y es que aquello que no vemos es lo que solemos perder y lo que no tenemos que dejar escapar. Puede que tengamos miedo de investigar ciertos detalles, pero la vida sin detalles pierde el interés. Y es que si perdemos los detalles, ¿qué queda? DESINTERÉS. Y cuando hay desinterés, no hay nada. Y se pierde la imaginación y, ¿qué hay sin imaginación? DESESPERANZA.