Estas semanas estoy en un mood de no parar. Y es que cuando te das cuenta de que sí hay cosas positivas en tu vida por muchos golpes que te lleves y decides exprimir todos los momentos de tus mañanas, tardes y noches, todo se ve diferente. Hasta de los días literalmente grises, sacas el lado positivo.
Ahí es cuando hay un cambio de actitud. Y ese cambio se proyecta hacia el exterior. Es una energía que atropella, tambalea y mueve cimientos sólidos. Pruebas hobbies nuevos y una sensación te envuelve como el mar en ese primer baño de verano. Te abraza y el espejo revela una imagen que, de repente, te empieza a gustar. Empiezan a decirte lo bien que te ven, que tienes el ‘guapo’ subido ese día, lo bien que hueles siempre y, sin duda, el mejor comentario de esta semana ha sido: ‘Desprendes una energía muy buena’. Yo soy mucho de energías y creo que ese cumplido ha sido el más bonito que me han echado en la vida. Yo siempre lo he llamado ‘vibras de verano‘. Es una energía que te transporta a esa mezcla de arena colándose por los resquicios de los dedos de tus pies, las olas fusionándose con la orilla, el sol en tus mejillas, un buen libro y el olor a crema solar emanando de los poros de tu piel. Es la sal en tus labios después de sumergir tu cabeza en el agua, es la música del chiringuito, la gente jugando a las palas y los castillos de arena a escasos metros de lo azul.
Gracias a esa energía que antes estaba dormida, empiezas a disfrutar de las nuevas actividades que estás iniciando, te permite conocer gente nueva y, sobre todo, hace que una seguridad que nunca habías tenido fluctúe sobre el lado izquierdo de tu pecho, como una ola que lo mece lentamente. Un amor propio que nunca habías experimentado.
Me he dado cuenta de que crear vínculos y estrechar lazos es algo que me apasiona. Poner en común universos diferentes y que colisionen en pub con Merche a todo volumen o tomando algo en una terraza en este mes de abril tan atípico, me parece mágico. Las risas, carcajadas, la gente, el sol, los brindis, las conversaciones mirando a los ojos, el intercambio de gustos… Creo que es algo que va tan allá que no existe término que pueda acompañar a esa sensación.
Ser capaz de gestionar las emociones y poner orden a los pensamientos ha sido un camino difícil, pero qué placer haberlo conseguido. Al final, todos hemos tenido que soportar comentarios del tipo: ‘No te veo haciendo esto’, ‘Bueno, yo creo que al final no lo vas a hacer’. Y me da risa pensar que haya gente que se crea con el derecho de decir si eres capaz o no. Sabiendo que sí, eres capaz. Y mucho.
Lo bueno de todo esto también es que empiezas a cuidarte mucho más en todos los sentidos, dándote cuenta de que hay cosas que nunca fueron por algo. Y en ese preciso instante, sonríes, porque piensas: ‘Menos mal’. Al final es coger todo lo que no te gusta con mimo y transformarlo en arte, hacerlo bello a tu manera. Y qué forma más bonita de hacer arte que compartiendo tu mejor versión con gente que merece la pena.
Eres luna llena brillando sobre la oscura boca del lobo.
¿Tú también vibras en verano?
Daniel Sánchez
EL BAÚL DE LAS VIDAS 