Las letras, al menos en mi caso, vienen mejor cuando nos sentimos solos, mal acompañados, cuando algo malo se interpone en nuestro camino. Cuando tenemos el corazón partío como diría Alejandro Sanz. Cuando algo no marcha ni siquiera hacia atrás. Y es que lo difícil de salir del nido no es despegar, sino atravesar el mal temporal solo. Porque al fin y al cabo te vas sin amigos, sin familia y sin vida. Te vas a empezar una nueva y como toda vida, las nubes van a presagiar lluvia y esta vez, te vas a mojar sin que nadie te tienda un paraguas para refugiarte.

Y no todo va a ser gris. Evidentemente, hay días despejados y días de tormenta, pero eso no indica que los de tormenta vayan a ser malos y los despejados estén llenos de felicidad. Pero sí es verdad, que la lluvia puede ser demasiado fuerte esa noche fría y que tú estés deseando que llegue alguien, te coja la mano y la apriete con fuerza mientras te abre un paraguas. Porque por muy independientes que queramos ser, por muy auto-suficientes, en algunos momentos, siempre necesitaremos una mano amiga, una mano familiar o una mano amante. Esas que van unidas a brazos para abrazarte y romperte en mil pedazos para que puedas desahogarte bien. Esas que van unidas a hombros para que llores con tranquilidad. Esas que van unidas a rostros con una sonrisa que te cura todas las penas, o al menos, las palia un poco. Esas manos que pertenecen a tus seres queridos que te quieren y te cuidan cuando más lo necesitas.

Creo que lo más duro de despegar del nido no es el principio, sino la ausencia de esas manos cuando te caigas, cuando te mojes o cuando te sientas totalmente solo. Lo bueno de todo esto, es que quizá no las tengamos para apartarnos las lágrimas de la mejilla, ni para acariciarnos el pelo mientras nos rodean, pero a veces las tenemos presentes por muy lejos que estén. No es lo mismo, pero es más de lo que uno puede llegar a creer. Que a pesar de los kilómetros, tengamos a alguien ahí o a varios cuidándonos desde la distancia. Lo fácil es permanecer cuando estás cerca, lo difícil es mantener el lazo cuando estás lejos.
Ahí radica la palabra: AMOR.

Podrás sentirte solo muchísimas veces en tu nueva vida, mojarte con la lluvia, caerte y que te rompan el corazón. Podrás derrumbarte varias veces. Quizá, más de la cuenta. Podrás estar solo físicamente, pero en la distancia habrá personas que, unidas a ti en algún momento de tu vida y por mera casualidad, aparecieron en la vida que dejaste en algún punto para que en tu nueva aventura nunca, nunca te sientas solo. Porque, y desgraciadamente es así, lo difícil es quedarse cuando dos cuerpos se encuentran lejos, pero los sentimientos se rozan con las yemas de los dedos. Lo verdaderamente difícil es arriesgar cuando los corazones laten en la distancia.
Si alguien se queda contigo a pesar de los kilómetros que os separen y te dice que no vas a estar solo, no lo estás.
Créeme.

Daniel Sánchez.
Muy de acuerdo, aunque matizaría la idea de que te vas solo, sin amigos ni familia: te vas contigo mismo. Es mucho, muchísimo. Pero a veces no sabemos apreciarlo como se merece.
¡Un besote grande Dani! Que pases un maravilloso miércoles parisino 😉
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Muchas gracias, Patri! Sé que solemos irnos con nosotros mismos, pero a veces siempre viene bien alguien cercano que pueda echarte una mano en momentos malos.
Un besazo y a por el miércoles!
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