DESTINO

A veces, pienso que qué sería de nosotros sin las casualidades. Esas que cuando ocurren, te dejan con la boca abierta. Esas que te hacen creer en ellas con firmeza. Esas que te arrancan un “¡Qué pasada!” de los labios. Casualidades, destino; llámalo como quieras. Y es que cuando estés más desprevenido, algo te va a suceder que te va a costar creer. Quizá sea algo acorde a ti o quizá no. Quizá sea algo nuevo que nunca hubieras pensado hacer. Las casualidades que acarrea el destino pueden llevarnos a un cambio de mentalidad y de personalidad. Pueden darnos la seguridad que nos hacía falta para completarnos como personas. Bueno, para ir completándonos poco a poco. Para juzgar menos y escuchar más. Para pensar menos y hacer más.

Y es que en un minuto puedes estar aquí y al siguiente, ¿quién sabe? Y qué gracioso es el destino que pone en nuestra vida situaciones cuando menos te lo esperas. Porque he aprendido que cuando dejas de esperar y te encuentras bien, el destino hace alguna de las suyas cruzando casualidades hasta que una te alcanza. Con fuerza y valor. Y me pregunto si os parece emocionante, si os ha pasado alguna vez algo que sin saber cómo, ha sucedido. Y me pregunto si habéis sido felices y miserables. Si habéis reído y habéis llorado. Si os han avivado recuerdos y han ardido en su propio pasado. Si habéis hecho locuras. Si habéis soñado y si lo seguís haciendo. Si por algún momento os habéis sentido imparables. Si os habéis sentido a gusto conociendo y descubriendo sin miedo a lo ajeno. Si alguna vez te has desmelenado y te has sentido vivo. Si alguna vez has saltado y has volado.

Si los recuerdos fueran olores, ¿qué olor sería el vuestro? Mi recuerdo sería un popurrí de olores buenos. De esos que te abren el apetito, te despiertan sensaciones, te emocionan y te sacan sonrisas. El otro día, un olor me avivó un recuerdo fuerte, y busqué a alguien entre la multitud. Lo bueno o malo, depende de cómo lo mires, de los recuerdos que vienen con olores es que los olores vienen solos y los recuerdos permanecen en nuestra mente. Y tú eres libre de interpretarlo como quieras y llevarlo al terreno que más bonito te parezca. Sin embargo, lo mejor que puedes hacer, aunque lleve tiempo conseguirlo, es recordar con una sonrisa aquello que vivimos. Es absorber la energía positiva de esos recuerdos que nos hicieron felices y miserables a la vez, y ser felices. Porque ser feliz es una opción que está en tus manos elegir.

Y cuando consigas ser feliz aceptando todo tu pasado, presente y futuro. Aceptándote a ti. A tus recuerdos y tus miserias. A tus hazañas y decisiones, el destino pondrá de nuevo, en medio de tu camino, nuevas aventuras. Porque somos lo que queremos ser y podemos conseguir lo que nos propongamos. Porque si queremos algo que nos importa, haremos lo imposible por realizar nuestros sueños y cumplir nuestros objetivos. Y el destino seguirá sorprendiéndonos como siempre ha hecho y como siempre hará. Con situaciones divertidas y otras no tan divertidas. Pero siempre podremos mantenernos en el camino hasta llegar a nuestra meta. El destino hará que disfrutemos del momento y del trayecto.

Porque podemos hacer caso a las casualidades o ignorarlas, pero ¿qué emoción hay si no nos arriesgamos?

Deja al destino hacer de las suyas y, bueno, nosotros seguiremos sonriendo.

-S.D.

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