LA BANDA SONORA DEL TREN

Trenes. En la vida coges trenes. Unos son tranquilos y otros llevan bandas sonoras que acompañan las historias más extrañas que puedas escuchar en un tren. Trenes. Y es que yo no entendía nada de las conversaciones de la gente que estaba en el vagón. No sabía de qué grupos hablaban aquellos de pelo largo esa noche en el tren. Y es que no entendía por qué hablaban de lugares que punzaban. Un lugar, un punzón. Ay. Trenes. No pude reaccionar, y mi mente se accionó, y los recuerdos vinieron. Y se activaron recuerdos de besos de pez, de caricias, de miradas, de muecas y risas… Y, ay… 

Lo paré, pero el tren siguió y la conversación también. Pero aun así cada lugar que mencionaban me punzaba. Ay. Y la banda sonora del tren iba en sentido ascendente. Y el tren se llenó de malas noticias y todo se volvió dramático. Y todo se volvió oscuro cuando atravesamos un túnel. Y el olor era fuerte. A pintauñas. Un pintauñas azul eléctrico y aún se seguía escuchando nombres de grupos que desconocía y lugares que conocía muy bien. No entendía nada y lo entendía todo a la vez. Ay.

Trenes. Trenes que pueden ser aburridos. Otros son dramáticos y otros divertidos. Trenes. Trenes con banda sonora. Trenes con historias. Trenes que te transportan de repente a una película antigua. Una película en la que apareces de sopetón y que no es el destino que aparece en tu billete porque tú no compraste un billete hacia al pasado porque tú ahora siempre miras al frente. Trenes en los que te desorientas. En los que buscas urgentemente la salida de emergencia por si el pasado vuelve y te ahoga. Por si consigue atraparte, salir corriendo o rodando de allí. Porque si hace faltar saltar, se salta con tal de que el pasado no intente recuperarte. Que la banda sonora me estaba poniendo de los nervios. Porque… ¿Desde cuándo un maldito tren lleva banda sonora? Que sólo faltaba un metre en esmoquin con bandeja o un bar con ruedas. Trenes. Trenes en los que crees que no vas a poder seguir, que vas a volver a caer… Pero al final, el tren atraviesa por completo el túnel, la conversación cesa y tú bajas del tren. Ya estás en casa.

Y es que dicen que los besos más reales se ven en los aeropuertos o estaciones de trenes. Que es donde la gente se despide o se vuelve a encontrar. Donde hay lágrimas de alegría o de tristeza. Donde hay caras que dicen “espero volverte a ver” y otras que dicen “ya estás aquí”. Y es que yo he tenidos besos en estaciones, pero nunca uno verdadero. Nunca uno de esos que te quitan el aliento. Nunca de esos que te transmiten las ganas para volver a por más. Nunca de esos dulces. Ni apasionados, ni reales, ni sentidos. Nunca de esos de película, ni de esos enmarcados en una foto en blanco y negro, ni de los que pasan el tren de fondo mientras todo va a cámara lenta y lo único que se ve es el beso de despedida. Y no se ve nada más, y no se oye nada… Nunca de esos…

Y a pesar de no haber tenido nunca un beso de esos, el tren en el que viajaba se convirtió en un continuo punzón punzando dentro de mí. Y casi me quedo sin respiración, y mi corazón parecía que quería salir de lo fuerte que latía. Pero como he dicho, sales, respiras y te das cuenta de que has llegado a tu destino. Sano, salvo, y en el presente porque tu pasado ha seguido viajando en ese tren para atormentar a los siguientes pasajeros. Pero siempre, siempre, llegarás al destino que quieres sin importar cómo haya sido el viaje. Porque aunque hayas hecho un viaje al pasado en tu memoria y haya dolido pensando que no iba a doler nunca más, siempre bajas del tren y llegas a dónde querías llegar, y el dolor se lo lleva el tren con banda sonora…

-S.D.

Fotografías 1, 2, 3, 5 y 6: Pinterest.

Fotografía 4: Hecha por Marina García: http://www.lebensstilblog.com