LA VIDA (IM)PERFECTA

Consideramos muchas veces que nuestra vida se rige matemáticamente y con figuras geométricas. Y como formas geométricas que son, son perfectas. Son círculos, triángulos, rombos y cuadrados. Pero a veces se nos olvida que la Tierra, en su grandiosidad, no es tan perfecta. La Tierra no es redonda sino elíptica. Y aun así sigue siendo increíble por cómo es capaz de contener tantos habitantes y cómo puede tener las condiciones necesarias para ello. Sin ser perfecta. Sin ser redonda.

Muchas veces intentamos hacerlo todo a la perfección. Aquellos que se definen como «perfeccionistas» pensando que es una virtud, pero diciéndolo con desgana no saben que la perfección varía depende de la cabeza pensante que la piense. Los conceptos son diferentes al igual que los ojos de las personas varían de unas a otras. Dicen que la perfección no existe o que la perfección es consecuencia de la imperfección. No digo que esté mal hacer las cosas bien y con cuidado. Por supuesto que si quieres que algo salga como tú esperas debes hacerlo con mimo y entregarte por completo. Sin embargo, muchas veces no sale aquello que hemos planeado. Es decir, si planeamos algo redondo, a veces sale elíptico. Y como no ha salido nuestro plan redondo, desechamos el elíptico por el mero hecho de ser tan «perfeccionistas». Solemos ir como en un túnel: recto, sin mirar a los lados y rápido para llegar a la salida. Lo que no sabemos es que el túnel consta de millones de luces naranjas alrededor. Que si no te sale algo redondo, puede estar igual de bien o mejor. Que algo puede ser extraordinario si nuestros ojos están dispuestos a descubrir.

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Es decir, podemos poner mucho empeño para que la vida sea redonda: un día redondo, una semana redonda, una vida redonda… Pero si nuestra vida es redonda, cometeríamos el error de vivir en un eterno círculo. Dividiríamos nuestra vida como se divide el tiempo del año: en estaciones. Y eso quiere decir que los acontecimientos han sucedido una vez y volverán a suceder -como ocurre en The Bluest Eye de Toni Morrison-, pues las estaciones se repiten una y otra vez. ¿Para eso somos tan perfeccionistas? ¿Para dividirnos como una obra? ¿Para condenarnos a repetir una y otra vez todo lo vivido?

Me gustaría pensar que en este mundo de avances tecnológicos, todavía nos queda algo de humanidad en nuestros corazones. Me gustaría pensar que aún cometemos errores y seguimos hacia adelante. Quiero pensar que a veces un círculo puede no cerrarse nunca y continuar la línea hacia el lado contrario, hacia arriba o hacia abajo. Me gustaría pensar que aún somos capaces de disfrutar de las cosas aunque no salgan como queríamos. Me gustaría pensar que nos gusta sorprendernos. Que aún nos gusta descubrir.

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Si un día no es redondo y por el contrario nos sale elíptico, puede haber sido porque ese día nos ha proporcionado movimiento. Se ha salido de nuestra rutina, y ¿quién dice que no haya sido para bien? Quizá hemos experimentado cosas nuevas, hemos probado sabores distintos y visto colores especiales. Quizá hemos conocido a personas que nos han calado hondo y quizá nos hemos movido con ellas. Quizá hemos bailado al son de la música con la que jamás dijimos que íbamos a bailar, y nos hemos reído haciéndolo. ¿Cómo vamos a vivir -y hablo de vivir de verdad, con todas sus cosas malas y buenas, con las gigantes, con las inmensas y brutales- si no salimos del círculo?

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Debemos aprovechar el tiempo, los errores, las experiencias, los momentos, las personas y los sueños. Debemos aprender a salirnos del círculo y ver qué puede pasar formando líneas al azar en el papel de nuestra vida. Ir de arriba hacia abajo. De un lado al otro. De dar vueltas en el mismo sitio, de hacer zigzags y curvas. De crear rutas salvajes y hacer formas continentales. De dibujar monumentos y visitar ciudades. De despertarme aquí hoy y no saber dónde voy a dormir mañana. De volver a nuestras raíces y alimentarnos de ellas. De romper el círculo y formar algo imperfecto. De una vida llena de imperfecciones y con miles de aventuras.

Si algún día estás haciendo un círculo y de repente la línea se tuerce, aprovecha esa torcedura y dirígete al sentido contrario, cierra los ojos y dibuja a tu antojo. Siempre hazlo con el corazón. Quizá haya algo que jamás pensaste encontrar por ser «imperfecto». Algo inesperado no es algo malo. No es el final.

Puede ser el comienzo de algo.

Algo único.

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Me gustaría pensar que la vida puede ser de muchas formas, y que nosotros somos los creadores de las mismas. 

-S.D.


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