FELICIDAD Y CORAZÓN

Hazlo con el corazón o no lo hagas.

Me he dado cuenta de que vivimos demasiado condicionados por el qué dirán y el qué pensarán. Pero a veces es más el qué pensaremos nosotros de nosotros mismos más que por la gente. Vivimos en una sociedad donde existe el ojo por ojo y el diente por diente, pero no la mano por mano.

Y es que siempre estamos cohibidos de hacer lo que queramos y lo que nos gusta, siempre hay venganzas y siempre hay favores si en un tiempo lo obtenemos de vuelta. Nos sentimos en deuda con nuestros amigos, con la sociedad y hasta con nosotros mismos. Jorge Bucay dice:

“Si eres capaz de dar sin esperar pagos y de recibir sin sentir obligaciones, entonces puedes dar o no, recibir o no, pero jamás quedarás endeudado. Y lo más importante: nunca más nadie dejará de pagarte lo que te debe, porque jamás nadie te deberá nada.”

Y es que siempre pensamos en “me debes una” cuando le tendemos la mano a alguien. ¿Por qué echar en cara algo de lo cual somos total y completamente libres para hacerlo o no? ¿No se supone que nosotros decidimos nuestra vida? ¿Lo que queremos y lo que no? ¿Lo que hacemos y lo que no? ¿Por qué ese afán por recuperar algo simbólico?

Elige tu vida y regala instantes.

Es cierto que a todos nos gusta que nos ayuden cuando lo necesitamos, pero ¿ayudar? Ahí suele cambiar la cosa. Y sin embargo no lo hacemos con muchas ganas cuando alguien necesita esa mano amiga. Siempre va después de una mueca, un chasquido con la lengua o un suspiro de ojos en blanco. Y solemos ofrecer nuestra mano porque en cierto modo nos sentimos obligados a darla y por asegurarnos un favor futuro.

Ahora me pregunto si esa mano que tras quejas se ofrece, ¿puede entorpecer nuestro objetivo? Después de pensar en lo que leí, llegué a la conclusión de que si no lo vas a hacer con el corazón no lo hagas. Cuando ofreces tu mano para ayudar, asegúrate que tu corazón vaya en ella. Pues de esa forma, la ayuda que necesite la otra persona será más productiva y por supuesto, más agradecida. La ayuda que prestes, con el corazón en tu mano, deberá ser voluntaria y honesta. Sin boomerangs de favores ni recordatorios de lo que hiciste por alguien. Sin pensar en el pasado ni en el futuro. Pensemos en el ahora. En el presente que tanto olvidamos. El que tanto despreciamos porque pensamos en “tú no hiciste esto, yo no haré eso”. Dejemos los pasados y futuros para la gramática que para la vida es mejor usar el presente. Pues lo importante es lo que estamos haciendo en estos momentos. Es aquello que nos define, pues los hechos del pasado allí se quedaron y los futuros ni si quiera existen.

Somos presente.

Vivámoslo.

Hace algún tiempo vi un documental sobre los Pirahãs; una tribu brasileña donde el tiempo no existía. No existía ni el pasado, ni el futuro. Solo existía el presente. Porque es lo que realmente importa. Porque esa tribu solo vivía en el presente y por ello no necesitaba más que este tiempo para comunicarse.

En mi cabeza es imposible concebir un mundo en el que solo se pueda hablar en presente. Y a lo mejor el problema es ese. Que siempre estamos cerrados y no vemos más allá. Si algo se sale de nuestra «normalidad», es imposible concebirlo. Pero os aseguro que hay millones de cosas por descubrir. Cosas que nos dejarán sin habla y con la boca abierta. Cosas que nos harán cuestionar todos nuestros pensamientos y creencias. Y seguro que merecerá la pena descubrirlas.

En nuestra sociedad nos preocupamos demasiado por acontecimientos que no podemos controlar. Los hechos pasados no se pueden modificar y los futuros… Los futuros ni si quiera existen.

Los Pirahãs tienen esa forma tan peculiar de comunicarse; estos no conocen números ni colores. La cantidad se mide en mucho o poco. Se guían más por sus instintos y sentimientos que por cifras y ciencia. No hablan ni del pasado ni del futuro, pero esto no afecta a sus recuerdos que siguen presentes en sus cabezas y en sus corazones. Pues en su corazón, siempre existirán. En cambio, no les hace falta hablar de ello. Solo hablan del ahora. Porque lo que se vive es el ahora. ¿Por qué nos preocupamos por aquello que ya pasó o que pasará? Lo que pasó ya no podemos cambiarlo y lo que pasará, se nos escapa de nuestras manos. ¿Por qué no usamos esas manos para colaborar en crear una armonía más estable sin preocuparnos por el tiempo y las acciones que el tiempo acarrea con él?

Por qué no usar corazón y manos para hacer libremente aquello que queremos teniendo solo en mente la seguridad de que lo que estamos haciendo nos hace increíblemente felices.

¿Sabéis cómo se conoce la lengua de esta tribu?

La lengua de la felicidad.

-S.D.

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