LA CAUSA

«Las pasiones son como los vientos, que son necesarios para dar movimiento a todo, aunque a menudo sean causa de huracanes.»

Bernard Le Bovier de Fontenelle

Se nos va el aire, la fuerza y la sonrisa. Se nos va la vida. Se nos va lo más importante buscando causas. Intentando encajar todas las piezas de nuestros problemas en un puzle inventado en nuestra mente. En nuestro corazón. Intentando comprender esa pieza. Intentando explicar por qué no encaja en nuestro corazón imperfecto y en nuestra mente colapsada. Dando golpes y más golpes sobre el puzle sin éxito alguno.

No es cuestión de hacer encajar una pieza que no va con nosotros. Las cosas cambian, los sentimientos se transforman y las piezas se desportillan. La vida cambia y nosotros con ella. Donde una pieza encajó una vez no significa que vaya a encajar dos. Por suerte o por desgracia, debemos aceptar aquello que viene y aquello que se va. Aquello que quiere y aquello que hiere.

A veces intentamos que esas piezas desgastadas encajen a la fuerza. No debemos forzar algo, no debemos aferrarnos a algo con uñas y dientes, y menos sabiendo que no nos pertenece esa pieza o viceversa. Debemos jugar con ellas, crear algo nuevo y sorprendente. Desechar lo malo y saludar a lo que nos espera. Aceptar todo lo que nos pase. Pero no os confundáis, aceptar aquello que viene, que te saca una sonrisa, aquello que se va, que vuelve, que hiere, que ahoga no es sinónimo de rendirse. Puedes aceptar todo eso, pero nunca rendirte. Nunca dejes de creer en ti mismo.

Debemos aprender que en el puzle no solo tenemos las piezas que vienen en la caja. Que la vida es más que eso. Que podemos recoger más piezas y crear nuestro propio paisaje en el rompecabezas de nuestra vida. Que podemos cambiarlo a nuestro antojo y hacer un mosaico propio del modernismo. Podemos romper con nuestra vida y dar un golpe en la mesa tan fuerte con el que el puzle parecerá explotar y todas sus piezas consigan despegarse de la mesa y volar. Porque al fin y al cabo, la vida es un rompecabezas que creamos con nuestras piezas y nuestras huellas.

Entonces no habrá nada que las aten, serán libres; una a una. Y nosotros, con nuestras manos, porque todo en nuestra vida está en nuestras manos (o casi todo) compondremos un puzle mucho mejor. Mucho más bonito. Uno nuevo; en toda su esencia o usando incluso piezas antiguas. Recordando momentos y eligiendo aquellos que nos puncen el corazón. Aquellos que marcaron y que enmarcamos. Podemos insertar piezas diferentes; con nuestros colores y nuestros grises. Con nuestras experiencias, nuestros amores y desamores. Con nuestros amigos del alma, con nuestras alegrías y nuestras decepciones. Y con lo más importante: con nosotros mismos.

Pero no consiste en que nosotros nos tengamos que enmarcar en ese recuerdo o en una etapa de nuestra vida. No somos estatuas inertes. Somos personas que actuamos a través de emociones y sentimientos. Funcionamos con alegría y tristeza, con miradas y sonrisas. Con besos de amor y de amistad. Somos personas que nos movemos a través de pasiones. La pasión por alguien o algo es aquello que nos lanza al abismo. Es lo que nos hace arriesgarnos y descontrolarnos. Es lo que nos hace vivir y ser felices. 

Los recuerdos nos acompañan para, valga la redundancia, hacernos recordar lo que vivimos una vez. Lo que sentimos y lo que tuvimos. Lo que podemos volver a tener si lo deseamos, y de lo que aprendimos en un momento dado.

A veces buscamos causas y excusas para afirmar que solo hay blanco o negro, así como que el puzle debe ser construido con las piezas que una caja de cartón rectangular nos ofrece. Muchas veces nos perdemos entre causas cuando solo necesitamos una:

la causa.

La causa de seguir.

La causa de vivir.

-S.D.

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