SIMPLICIDAD

 

La simplicidad es la máxima sofisticación.

Leonardo da Vinci.

Simplifícate. No, no estoy loco. Simplifícate e implícate. Despréndete de todo lo que no encaje contigo, de lo que te haga sentir raro. De aquello que nunca te quedó bien. Quédate con lo tuyo. Con lo propio. Quédate con lo que te hace único.

Vivimos en un mundo de máscaras, de disfraces y palabrería. Y ahora, yo aquí como el más sabio de todos, te digo que te simplifiques en todos los sentidos. En el sentido emocional, físico y personal. Puedes venderte, pero no te vendas al primer postor sino al mejor. O no te vendas a nadie. Véndete a ti mismo y para ti mismo.

No vendas humo ni tampoco vendas motos, eso déjaselo a los concesionarios. Véndete tú, con tus defectos y virtudes. Sin maquillaje ni muros. Sé tú y nada más que tú. No intentes parecer algo que no eres ni justificar cosas que no posees. Sé simple.

Y es que nos gusta aparentar, decir que tenemos eso y lo otro. Justificar cosas que, sinceramente, a la larga ni nos va ni nos viene. Siento mucho deciros que carnaval no se celebra durante todo el año. Que los disfraces se gastan y se descosen. Y cuando la tela se descose, deja ver tu piel. A ti, desnudo y sin nada.

¿Qué crees? ¿Que no es lo mismo cuando intentas ser alguien que no eres realmente? Al final algo te delata. Un latido más rápido que de costumbre, una mirada nerviosa, un frote de manos. Una frase incoherente, una palabra donde no corresponde, una respiración agitada… Al final algo te delata y toda la mentira que has construido para, supongo que impresionar, se descose como ese disfraz viejo de carnaval. Por eso te digo, sé simple.

Nos gusta aparentar en lo profesional, en lo amoroso, en nuestra vida cotidiana, con la familia y amigos. Competimos unos contra otros por ver quién es mejor o a quién le ha costado más llegar a cierto punto. Que sí, que el orgullo y el sufrimiento por el que han pasado aquellos que han contado más piedras en el camino que otros no se los quita nadie. Que han llegado donde están con el doble de esfuerzo que otros y se merecen un “enhorabuena”. No estoy menospreciando el trabajo de nadie, que conste. Pero la gente que ha tenido más facilidades o más suerte en el juego de la vida no tienen la culpa. Supongo que ellos también habrán sufrido de una forma u otra, y también se habrán esforzado para conseguir aquello por lo que han soñado. Y eso también se merece un “enhorabuena”. Pero lo que quiero decir es que no se trata de una carrera donde debemos alcanzar la meta cuanto antes. En la vida, cada uno llega a su tiempo y a su lugar. Porque puede que todos empecemos de la misma forma. Llorando y en blanco. Con una vida por delante para completar con experiencias, con amores y desamores, con alegrías y decepciones, con logros y errores.

Y volvemos a lo mismo, mucha gente decide colorear esas experiencias para que se vean más atractivas, pero si rascas un poco, verás el color real de toda una vida donde no has sido tú.

¿Qué objetivo tienes?

¿Dónde quieres llegar?

¿No te he dicho ya que los disfraces se descosen, y que, como consecuencia, el alma también?

Las fachadas son muy bonitas, pero déjalas para los edificios. No somos objetos, somos personas. Y creamos momentos, no cosas. Porque dicen que lo mejor de la vida no son cosas. Yo pienso que lo mejor de la vida son las experiencias, las personas que se cruzan en nuestra vida. Lo mejor somos nosotros mismos. Sin brochas de pintura ni sentimientos ocultos.

Somos seres humanos; cada uno con sus problemas y sus dilemas. Somos seres humanos con sentimientos, con cicatrices y con tiritas. Con los botiquines usados más para sanar problemas emocionales que físicos. Y no te digo que es fácil porque no lo es ni por asomo. Ser simple y buscar la simplicidad de las cosas es tan simple que se hace complicado. Fijarse en los detalles que son los que hacen algo especial, no se hace de buenas a primeras ni se ven a la primera. Que a veces cuesta, pero es posible. Sólo debemos esforzarnos y la recompensa será grata.

Como he dicho antes, no es una carrera porque no estamos aquí para competir con nadie, sino para motivarnos a nosotros mismos y a los de al lado. Estamos para compartir conocimiento y experiencias.

Que tu sonrisa sea leal y honesta. Nunca fui de máscaras y no me gustan. Y tampoco soy muy amante de las gafas de sol; no me gusta hablar con alguien que lleva gafas de sol. Lo detesto. Me gusta mirar a los ojos; ver el brillo, el iris, la pupila… Me gusta ver hacia dónde se mueven cuando esa persona habla. Y me viene a la mente un momento de mi vida de hace ya un tiempo cuando una persona no se quitó las gafas de sol para decirme algo importante. Y yo como miope que soy, intentaba ver los ojos a través del cristal polarizado de las gafas que se llevan ahora sin éxito. Algo simple que se hizo complicado.

Por favor, seamos simples. No hagamos las cosas complicadas. Porque desgraciadamente, ya hay cosas difíciles que se nos escapan de las manos. Seamos simples. Sed simples. Allana el camino y ayuda al de al lado. Porque al final, no verás resultados, y la soledad puede acecharte si se ven incongruencias en tu forma de ser. Porque se nota. Además, aparte de no hacer bien a los demás, tampoco te harás bien a ti mismo. Parecerás productivo intentando ser algo que no eres, pero a la larga verás que esa productividad no existía, al igual que la persona que aparentabas ser. No compliques algo que es sencillo. Simplifícate.

No compitas. Sólo se vive una vez. Y dicen por ahí que una es suficiente si sabes cómo vivirla. Nunca sentirás la libertad y la plenitud necesaria para ser feliz si vives usando máscaras y gafas de sol. Así que sé tú mismo. Integra tus defectos en tu día a día e intenta convertirlos en algo positivo. Combínalos con tus puntos fuertes y trabájalos. Que se complementen entre ellos. Mejora tu ser y tu persona. Intenta cicatrizar aquello que algún día dolió. No tengas miedo de arriesgarte, de mostrarte tal y como eres. No tengas miedo a nada a pesar de lo que hayas vivido. Deja los disfraces para las fiestas y vístete con tu mejor traje. Tu piel.

 

Es simple, ¿no?

-S.D.

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